Un grupo de legisladores demócratas presentó hoy una propuesta de ley en el Congreso de EE.UU. para prohibir a las autoridades migratorias la detención de inmigrantes en ciertos lugares, como escuelas, iglesias, hospitales, oficinas y cortes.
La iniciativa, bautizada como "Ley de Protección de Lugares Sensibles", responde al incremento de denuncias de detenciones de inmigrantes en lugares públicos.
"Nuestra intención es prohibir que las fuerzas del orden realicen arrestos y detenciones en lugares altamente sensibles, como lugares de culto, escuelas, hospitales y lugares públicos", dijo el legislador Adriano Espaillat, el primer dominicano en sentarse en el Congreso de Estados Unidos.
Además de Espaillat, la propuesta la impulsaron los legisladores Suzanne Bonamici de Oregón, José Serrano de Nueva York y Don Beyer de Virginia, y, de momento, ha recibido el apoyo de 26 legisladores.
Con unas órdenes ejecutivas firmadas en febrero, el presidente, Donald Trump, acabó con las llamadas "prioridades de deportación" y puso al mismo nivel a los once millones de indocumentados que se calcula que viven en el país, una idea que contrasta con las políticas del expresidente Barack Obama (2009-2017).
De hecho, durante los dos últimos años de Gobierno de Obama, las deportaciones se dirigieron contra aquellos condenados por delitos graves y no contra los indocumentados que viven en el país desde hace décadas, contribuyen a la economía y tienen, por ejemplo, hijos con nacionalidad estadounidense.
Esas nuevas normas han despertado gran preocupación entre los legisladores demócratas y entre organizaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes, que temen que Trump cumpla con las promesas de "deportaciones masivas" que formuló durante la campaña electoral.
Además, las políticas de Trump también han generado cierto escepticismo entre varios miembros de su propio partido.
Ayer mismo, el senador republicano de Texas John Cornyn y el senador demócrata de Maryland Ben Cardin presentaron una resolución para reafirmar la importancia de la relación entre Estados Unidos y México, una acción que cosechó el apoyo de importantes colegas republicanos como Marco Rubio y John McCain.