Desde hace días, inmigrantes extranjeros recién llegados esperan día y noche afuera del Hotel Roosevelt de la ciudad de Nueva York con la esperanza de que les asignen una cama en el sistema de albergues de la ciudad, mientras que el alcalde Eric Adams dice que ya no hay cupo en ningún lugar e intenta evitar la llegada de más extranjeros.
La escena afuera del hotel convertido en albergue para migrantes y centro de admisión pone de relieve que la saturación en el sistema de refugio para personas sin hogar ha alcanzado niveles récord. Funcionarios municipales y activistas por igual dicen que la situación es desgarradora.
Pero algunos acusan a los funcionarios de la ciudad de sacar provecho de las filas afuera del Hotel Roosevelt para una campaña para exigir más recursos a los gobiernos estatal y federal a fin de enfrentar la crisis y desalentar que más migrantes entren a Estados Unidos por la frontera sur.
“El alcalde Adams no debería estar usando a los solicitantes de asilo como instrumento para llamar la atención del gobierno de Biden o desalentar la llegada de solicitantes de asilo a Nueva York”, dijo Murad Awawdeh, director ejecutivo de la Coalición para la Inmigración de Nueva York.
Agregó que la ciudad debe hacer más para liberar espacio en los albergues y mantener a los migrantes fuera de las calles. “Es difícil imaginar que no existan suficientes camas para alojar a las personas que el gobierno de Adams está dejando en las calles”, dijo Awawdeh a AP en un comunicado.
En una rueda de prensa el jueves, una vicealcaldesa rechazó esa aseveración.
“No creo que yo ni cualquier otra persona en este gobierno usaría a la gente para hacer politiquería”, dijo Williams-Isom.
Afirmó que la ciudad se ha conducido “con humanidad y compasión”, y que el sistema de albergues está en un “punto de ruptura”.
Funcionarios de la ciudad afirman que el número de migrantes que han llegado desde la primavera de 2022 se acerca a los 100.000, lo que ha abrumado la capacidad del sistema de albergues diseñado para alojar a decenas de miles de personas menos.
La ciudad de Nueva York está obligada por una singular orden judicial a dar alojamiento de emergencia a cualquier persona que lo solicite, pero los funcionarios municipales han dicho en las últimas semanas que el número de migrantes que buscan asilo en Estados Unidos ha dificultado cumplir con esa responsabilidad.
Aunque el número de migrantes que cruzan la frontera ha disminuido en los últimos meses, continúan llegando autobuses llenos de ellos todos los días. Las autoridades dijeron que tan solo la semana pasada llegaron 2.300 migrantes más en busca de albergue en la ciudad.
Adams envió el mes pasado a representantes a la frontera para entregar folletos a los migrantes en los que se les informa que el cupo en los albergues ya no está garantizado y que tanto el alojamiento como la comida en Nueva York son caros. La ciudad los exhortó a considerar otras ciudades.
Hace poco afuera del hotel Roosevelt, el migrante Miguel Jaramillo conversaba sobre cómo era dormir en la calle mientras esperaba una cama, y dijo estar dispuesto a soportar el proceso.
Otro día, guardias de seguridad ordenaron a los migrantes que no hablaran con los periodistas. Durante una entrevista a un migrante, un guardia le indicó a señas que no hiciera declaraciones, primero poniéndose un dedo en los labios y después pasándolo por la garganta de un lado a otro como si fuera un cuchillo.
El migrante, que había estado hablando sobre su ardua travesía hasta Estados Unidos y su esperanza de una vida mejor, inmediatamente dejó de hablar.
“Eso es claramente una amenaza”, dijo Joshua Goldfein, abogado de la Sociedad de Asistencia Legal en Nueva York.
“No hay duda de que la ciudad podría generar espacio adicional para las personas que se encuentran en la acera”, afirmó. También deberían hacer más los gobiernos a nivel estatal y federal, agregó.
Adams, quien es demócrata, ha insistido en que la ciudad hace todo lo que puede, como rentar hoteles completos para alojar a migrantes y abrir diversos albergues.
En un desesperado intento de aumentar el espacio de alojamiento, las autoridades de la ciudad están considerando levantar un campamento en una isla en el río Este, aunque cerró una instalación similar hace casi un año.
Pronto abrirán un nuevo albergue en el estacionamiento de un hospital psiquiátrico en Queens, que tendrá unas 1.000 camas para hombres solteros, que son la mayoría de los migrantes que están llegando.
Sin embargo, las severas palabras de Adams dejan entrever que más migrantes tendrán que dormir a la intemperie.
Goldfein y otros acusaron al alcalde y a la ciudad de haber cambiado de tono, pasando de “vamos a atender a la gente con dignidad y respeto, a vamos a tratar a la gente muy mal para enviar un mensaje”.
Williams-Isom, la vicealcaldesa, replicó que la ciudad seguirá siendo compasiva.
“Estamos tratando de decir que si menos personas llegaran por la puerta principal, quizá podríamos ponernos al corriente un poco”, agregó.
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