En una furgoneta blanca y sin llamar la atención, el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a Ciudad Juárez para un evento privado que no guardaba relación alguna con el incendio del lunes.
“Es muy triste lo que pasó. Se va a hacer justicia”, dijo López Obrador.
Sin embargo, llegó antes de lo planeado, para evitar encontrarse con numerosos migrantes que se dieron cita en el lugar para protestar y expresarle su descontento.
Richard Franco, migrante venezolano dijo: “Merecemos respecto. Somos seres humanos. No a la xenofobia. Pedimos que nos traten con amor, porque no somos delincuentes. Ahora ¡nosotros pedimos justicia!”
Tampoco a la salida, en medio de la confusión general, con los migrantes que se pararon frente a la furgoneta e hicieron de todo para poderse acercar al presidente quiso hablar con ellos. Argumentó que hablará sólo con los médicos que están atendiendo a los 26 heridos.
Ahora hay polémica sobre esta aparente falta de interés del presidente y de las autoridades, y mucha es la frustración entre los migrantes por lo que pasó y porque sienten que López Obrador los está ignorando. Solo los residentes están ayudando a los migrantes como pueden y ahora, además, tienen miedo de que algo como el incendio del lunes pueda volver a pasar en un albergue o refugio en el futuro.