Miles de migrantes haitianos, africanos y asiáticos esperan su turno para salir del puerto en Necoclí hacia Capurganá, último territorio colombiano y puerta de entrada a la peligrosa selva del Tapón del Darién.
Mientras unos deciden tomar estas peligrosas rutas, otros migrantes de nacionalidad venezolana optaron por quedarse y buscar una mejor vida en Colombia.
Es el caso de Alexis Ledezma y Johana Vega, quienes llegaron a esta región al norte de Antioquia con la ilusión de seguir la travesía hasta conseguir el sueño americano, decidieron quedarse en Necoclí y allí se ganan la vida trabajando como vendedores informales.
Venden sus productos a los migrantes que usan la ruta de este corredor y les compran lo necesario para sobrevivir en el Darién, la frontera natural de Colombia con Panamá.
Mientras unos deciden tomar estas peligrosas rutas, otros migrantes de nacionalidad venezolana optaron por quedarse y buscar una mejor vida en Colombia.
Es el caso de Alexis Ledezma y Johana Vega, quienes llegaron a esta región al norte de Antioquia con la ilusión de seguir la travesía hasta conseguir el sueño americano, decidieron quedarse en Necoclí y allí se ganan la vida trabajando como vendedores informales.
Venden sus productos a los migrantes que usan la ruta de este corredor y les compran lo necesario para sobrevivir en el Darién, la frontera natural de Colombia con Panamá.