Atrapado en una intensa disputa comercial con China, el presidente Donald Trump resolvió el viernes no declarar la guerra comercial a los países amigos. La Casa Blanca dio a conocer que demorará por seis meses la decisión de imponer aranceles a la importación de autos, una medida que impactaría severamente a Europa y a Japón.
Trump espera utilizar la amenaza de los aranceles como factor de presión para obligar a Japón y la Unión Europea a hacer concesiones en las negociaciones comerciales en curso.
El mandatario ha sacado a relucir un arma rara vez empleada del arsenal estadounidense en la guerra comercial: la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, para investigar si las importaciones de autos amenazan la seguridad nacional, lo cual justificaría la imposición de aranceles.
El Departamento de Comercio presentó sus recomendaciones a la Casa Blanca en febrero. Aunque no se han publicado, la opinión generalizada es que incluyen la posibilidad de aplicar aranceles.
Las audiencias públicas del año pasado revelaron que aparte de la Casa Blanca prácticamente no hay apoyo para los aranceles a los autos importados, ni siquiera entre los fabricantes estadounidenses.
La aplicación de aranceles a los autos representaría una gran escalada de las políticas comerciales agresivas de Trump. El año pasado, Estados Unidos importó vehículos por valor de 192.000 millones de dólares y autopartes por 159.000 millones de dólares.
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